Brasil: La cara radical del populismo en América Latina
Los brasileños votarán este próximo 28 e octubre en segunda ronda entre el izquierdista del PT, Fernando Haddad y el candidato de la extrema derecha, PSL, Jair Bolsonaro
El populismo está tomando rumbo directo a las elecciones presidenciales de diversos países en América Latina, y aparenta no tener mayor dificultad para dar escaladas a pasos gigantes hasta conseguir el cometido.
Parece que basta con un discurso en favor de ciertas poblaciones que han sido vulnerables e invisibilizadas a lo largo de décadas, para ganar el apoyo popular necesario para escalar al alto mando del poder ejecutivo; sin embargo, la situación es mucho más profunda y compleja que esto.
Pero, ¿Por qué?
Según Carlos Cascante investigador del Observatorio de la Política Internacional (OPI) de la Universidad Nacional, hay tres principales razones por las que el apogeo del populismo (últimamente de derecha) ha sido acogido con los brazos abiertos en las más recientes elecciones presidenciales de América Latina.
En primer lugar, antecede el ciclo en el que la izquierda tuvo una presencia fuerte en la región, la cual, en su mayoría, no pudo cumplir las promesas de crecimiento nacional y desarrollo social; además de que la misma se ve envuelta en acusaciones relacionadas a la corrupción de manera evidente en varios países.
Seguidamente, se encuentra el efecto de imitación política de países como Estados Unidos y Rusia, entre otros europeos, en donde existe una predilección a gobiernos de derecha y nacionalistas que han sido bien acogidos por su sociedad civil.
Finalmente menciona que los partidos del centro han perdido la capacidad de atraer votantes debido a que por cuestiones históricas dichos partidos terminan adoptando acciones e ideales de derecha, lo que ahuyenta a sus votantes ya que interpretan tales acciones como una traición al mismo electorado.
Radicalismo en Brasil
Actualmente el fenómeno de adopción del populismo ultraderechista toma lugar en Brasil. El país se enfrenta a una segunda ronda a finales de octubre entre el candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro (PSL), quién se colocó en la primera posición con un 46.03%, frente al candidato de izquierda Fernando Haddad (PT) con un 28.8%.
A finales de octubre ambos candidatos se estarán enfrentando en una segunda ronda electoral.
Bolsonaro logra colocarse en primera posición de la primera ronda en con un discurso abiertamente autoritario, racista, machista, homófobo, dictatorial y defensor de los valores más tradicionales.
Las declaraciones en donde afirma que preferiría que sus hijos muriesen antes de que fuesen homosexuales, o en donde advierte a una diputada que no merece ser violada, así como otras donde se declara defensor de la dictadura brasileña (1964-1985) y sus métodos de tortura y asesinato, o en donde arremete contra sectores indígenas y afrodescendientes; parece que no fueron suficientes para que el pueblo brasileño no emitiera el voto a su favor, al contrario, aparentan haber sido ideas impulsoras del voto.
El Partido Social Liberal sabe aprovechar su oportunidad tras una administración cargada de una creciente crisis económica y escándalos de corrupción de los cuales se acusa al mismo ex-presidente Lula da Silva (2003-2011), del Partido de los Trabajadores, quién se mantiene preso acusado por dichos delitos.
Brasil sufre de una atmósfera protagonizada por un pueblo cansado, el cual se aferra a dar un giro radical en comparación a lo vivido en las anteriores administraciones. Según datos de la OPI, Brasil es el país de América Latina con mayor desconfianza en los partidos políticos y en el sistema democrático; además de que mayoritariamente el pueblo brasileño deposita su confianza en la fuerzas armadas y en la iglesia.
Cascante nos explica que un dato curioso de Brasil resulta en que a inicios del 2018, cuando se consideraba a Lula como candidato del P.T, este tenía un apoyo del 37% de la intención de voto, versus un 21% de Bolsonaro.
Lo anterior podría llegar a traducirse como un disgusto del pueblo principalmente hacia Fernando Haddad, sin embargo, el Partido de los Trabajadores, luego de sus varias administraciones consecutivas en gobiernos pasados, ya arrancaba las elecciones con un desgaste estructural, una desventaja, además de las acusaciones graves por delitos de corrupción, situaciones que dan lugar y base a un discurso político extremista como el de Bolsonaro.
Polos opuestos
Bolsonaro y Haddad sin duda alguna son polos opuestos. Contrastamos las propuestas más sonadas en el país sudamericano en cuanto a las áreas de economía, seguridad y educación. Refiriéndose a la situación económica de Brasil, Bolsonaro propone reducir la deuda pública casi que en un 20% mediante privatización y venta de propiedades públicas, así como la reducción del estado.
Mientras tanto Haddad espera revocar la congelación del gasto público y flexibilizar la legislación laboral, aprobadas durante el actual gobierno, se posiciona en contra de las privatizaciones y propone volver activar participación de obras petroleras
En el tema de seguridad Bolsonaro afirma que debe haber una flexibilización de la legislación sobre porte de armas , ya que considera a las mismas como “instrumentos que pueden usarse para matar o para salvar vidas, dependiendo de quién las maneje”. Haddad por otro lado asegura que la política de control de armas y municiones tiene que ser mejorada, y reforzada en cuanto al rastreo de estas.
En temas de educación Bolsonaro declara que los contenidos y los métodos de enseñanza tienen que cambiar, implementando más matemáticas, ciencias y portugués. eliminando así lo que él llama “adoctrinamiento y sexualización precoz” (refiriéndose a las clases de educación sexual).
Mientras que Haddad expone como propuesta promover el pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos principalmente para las mujeres, así como el fortalecimiento de una perspectiva inclusiva, no sexista, ni racista y sin tolerancia a la discriminación de la comunidad LGBTQ+.
Antes del 28 de octubre, día de la segunda ronda, Fernando Haddad deberá asegurar la mayor cantidad de votantes intentando ganar los adeptos tanto de quienes apoyaron, en primera ronda, a Ciro Gomes del Partido de izquierda Democrático Laborista y Geraldo Alckmin del centro derecha Partido de la Social Democracia Brasileña. También deberá intentar pescar sufragios del sector descontento con la gestión de Lula, pero que tampoco apoya a Bolsonaro.
Esto viene a resultar en una tarea compleja para el Partido de los Trabajadores pues deberán posicionarse más hacia una ideología de centro que de izquierda.
También deberá desvincularse casi que por completo de la gestión de Lula y de la visión que el pueblo tiene de este como mentor y mano derecha de Haddad, así como el reemplazo del verdadero candidato Luiz Inácio Lula da Silva., aunque todo lo anterior le resulte absurdo a la sociedad civil brasileña.
Mientras tanto Bolsonaro se mantiene en el primer lugar y como el favorito de la población brasileña. Según la consultora de IBOPE media, al exmilitar se le otorga un 59% de la intención de voto, contra un 41% de intención para Haddad.
Lo anterior resulta en un alivio para su partido, más no un resultado definitivo. Bolsonaro también debe ganar los votos de Gomes y Alckmin, así como seguir convenciendo a los votantes de que sus ideas radicales son las que sacarán al país del descontento en el que está sumergido.
Bien pensado, Bolsonaro se proyecta a sí mismo como el candidato con una ideología disconforme con el orden político o social establecido, y el único capaz de cambiar el status quo del mismo.