Caminos al norte

Realidades de la población migrante en Estados Unidos

Millones de personas viven en Estados Unidos sin autorización, quienes son blanco de deportaciones. Los operativos más recientes operados por Immigration and Customs Enforcement ( I.C.E), están dirigidos mayoritariamente a familias de Centroamérica.

A mediados de julio del presente año y hasta el día de hoy, comenzaron una ola de redadas aún más fuertes en contra la migración ilegal en los Estados Unidos. Redadas que Trump ha calificado como un éxito total.

Bien se sabe que la campaña discursiva y política de Trump fue direccionada en contra de la población principalmente Latinoamericana.

Como parte de las promesas de campaña, el magnate dijo que deportaría la mayor cantidad de inmigrantes hacia sus países de origen, también prometió construir un muro entre la frontera mexicana y la estadounidense.

El presidente Trump ha hecho cumplir sus promesas de a poco, pero ¿bajo qué condiciones?, ¿por qué aumenta la migración de los centroamericanos?, ¿cuál es la realidad de la población que huye de sus países en búsqueda del sueño americano? y principalmente, ¿qué ocurre con ellas y ellos una vez que I.C.E, los retiene?

CENTROAMÉRICA

Donald Trump advirtió cortar la ayuda del gobierno estadounidense a Centroamérica si no se lograba detener el flujo de personas migrantes; sin embargo, las caravanas no cesan. Las personas siguen rumbo al norte.

Quienes migran al Estados Unidos, generalmente, lo hacen para buscar oportunidades lejos de la violencia de sus países de origen y para poder alcanzar una vida digna. Por eso las caravana de migrantes parecen no cesar.

“Debemos recordar que los primeros grandes flujos migratorios tuvieron lugar cuando cientos de personas de Centroamérica intentaban huir de las masacres y persecuciones que fueron factor común en la región entre las décadas de 1970 y 1980 y que fueron financiadas de forma indirecta por EE.UU.”

Señaló a la BBC Cynthia Arnson, directora del Programa sobre Latinoamérica del Wilson Center.

Trump por su lado, parece olvidar que el mismo Estados Unidos “metió la mano” a la hora de devastar y violar los derechos humanos esenciales en múltiples países, por medio del financiamiento de distintos conflictos centroamericanos.

Carlos Sandoval, investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR) y creador del documental “Casa en tierra ajena”, comenta que en Centroamérica no se están tomando las medidas necesarias a la hora de conversar sobre temas migratorios con Estados Unidos; así como tampoco se está dimensionando lo que Trump como líder en el norte significa para la región.

Para Estados Unidos resulta fácil dar cacería a familias y migrantes centroamericanas, pues justifica las deportaciones con la situación de inseguridad latente de países como Honduras, Guatemala y El Salvador.

Recientemente, el gobierno estadounidense anunció que el Estatus de Protección Temporal, expiraría para casi 400.000 migrantes provenientes de Sudán, Haití, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Nepal entre finales de 2018 hasta principios de 2020, esto causando un riesgo enorme de deportación  y separación de sus hogares y familias.

Sandoval asegura que las posiciones xenófobas se han convertido en el sentido común del neoliberalismo. Las políticas más derechistas han producido como parte de su misma naturaleza la desigualdad social.

“No obstante, el mismo neoliberalismo ha sabido moverse mucho más hábilmente que los sectores progresistas. Le ha dicho a la población que la migración es un problema que hay que resolver a toda costa mediante la construcción de alternativas”

Gabriela Segura, escritora partícipe del libro Migraciones en América Central. Políticas territorios y actores, analiza cómo desde el 2001, año de los ataques terroristas en Estados Unidos, el país norteamericano se ha encargado de endurecer las políticas migratorias basándose en una  “amenaza” constante a la seguridad nacional para promover, y más precisamente instalar, en países latinoamericanos leyes contra el terrorismo y el narcotráfico.

“Con dicho argumento las personas migrantes son las sujetas más vulnerables, pues su posición de desventaja es carne fresca para políticas que no discriminan: todas las personas que busquen entrar serán reprimidas.”

CONDICIÓN DE MIGRANTES

“Qué ruda está la temporada de Orange is the New Black, es horrible lo que le hacen a los latinos”, escuché decir el otro día a una mujer en el tren rumbo a San José.

Desde el año pasado, varios fotógrafos, periodistas e incluso productoras audiovisuales como Netflix han intentado adentrarse en las instalaciones de la I.C.E, para retratar las condiciones en las que son tratadas las personas inmigrantes  una vez que son detenidos, en Estados Unidos.

Las fotografías, notas y ficciones son tomadas como un ejemplo del crudo y desgarrador trato inhumano que sufren las personas que son detenidas en el país del norte.

“Pero, ¿será que realmente les hacen eso a los migrantes?”, continuaba la conversación del tren. La respuesta es sí. Va mucho más allá de una serie televisiva o la fotografía de un momento capturado.

Las personas migrantes además de sufrir por la xenofobia, viven con el miedo de ser capturados por la I.C.E. Sus derechos fundamentales pueden o no ser respetados.

Un estudio del Programa de defensa e Incidencia Binacional, de la iniciativa Frontera Norte de México, determinó que las principales quejas relativas a los centros de detención de los Estados Unidos, tanto en el corto y largo plazo, incluyen la falta de privacidad, pocos o nulos procedimientos para quejas, deficiencias en la devolución de pertenencias personales, comida insuficiente o inadecuada, privación del sueño, retención en celdas demasiado frías y deficiencias en el uso de cinturones de seguridad sobre los detenidos esposados durante la transportación de un centro a otro.

El estudio asegura que las faltas al debido proceso por parte de los Estados Unidos, incluyeron omisiones en el otorgamiento de información a los y las migrantes acerca de hacia dónde estaban siendo deportados, además de que eran trasladados a áreas geográficas desconocidas para ellos.

Más del 80% de personas mencionaron que no recibieron una copia de los documentos legales que firmaron, dejándolos así en la incertidumbre del proceso de expulsión que experimentaron.

Igualmente, los y las migrantes se quejaron del poco o nulo acceso a la representación consular, de la coerción a la que fueron sometidos para firmar documentos que no entendían y del escaso acceso a los servicios de intérpretes adecuados.

Más de 2.500 familias fueron separadas por la fuerza en la frontera de EE.UU en 2018. Los padres que viajaban con niños se convirtieron en blanco del gobierno de Donald Trump para ser procesados penalmente.

Como parte de esta política, incluso niños con discapacidad fueron separados de sus familias. Tal es el caso de una niña de 10 años con síndrome de Down que fue separada de su madre.

Aunque la corte federal y una enorme protesta pública a nivel nacional e internacional pusieron fin a las separaciones en masa a fines de junio del 2018, cientos de familias sufrieron meses de retraso para reunirse con sus familiares nuevamente.

Sin embargo, varios  medios de comunicación aseguran que las familias continuaron siendo separadas a más pequeña escala después de que Trump emitió una orden ejecutiva que supuestamente acababa con la práctica.

DATOS REALES

“A lo largo de los años, miles de estadounidenses han sido brutalmente asesinados por aquellos que ingresaron ilegalmente a nuestro país y miles de vidas más se perderán si no actuamos en este momento”, dijo en uno de sus discursos el presidente estadounidense, Donald Trump.

No obstante, varias investigaciones apuntan a que los inmigrantes son mucho menos propensos a cometer delitos que los estadounidenses nativos.

Según un reporte del Pew Research Center, las cifras de inmigración ilegal en Estados Unidos mostraron un descenso considerable entre 2007 y 2016. Actualmente, hay alrededor de 10.7 millones de habitantes indocumentados en Estados Unidos, los cuáles representan menos de un 4% de la población del país.

El último informe de población de presos de la Oficina de Estadísticas de Justicia estadounidense, dice que menos del 6% de la población penitenciaria proviene de otros países.

Además, la gran mayoría de los migrantes en las prisiones federales están allí por delitos de los que solo se puede acusar a los migrantes como la entrada ilegal y entrada ilegal después de la expulsión, dijo Tom Jawetz,  vicepresidente de política de inmigración del Center for American Progress, en 2017 a The New York Times.

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Trump no parece querer dialogar en cuánto a deportaciones ni detenciones.

La I.C.E sigue omitiendo información relacionada a las condiciones de las personas detenidas y sobre los jucios de deportación. Tampoco parace haber políticas o alianzas claras entre Estados Unidos y los países de los que más personas salen rumbo al norte buscando una vida digna.

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