UPOLI: donde la valentía convive con la paranoia

La Universidad Politécnica de Managua es el bastión de un grupo de estudiantes que se enfrentan al gobierno de Daniel Ortega. Hace un mes tomaron las instalaciones universitarias ante el temor de que el recinto fuera atacado por la Juventud Sandinista.

Un hombre entra en la Universidad Politécnica de Managua (UPOLI). Lo ingresan a la fuerza, retorciéndose, resistiendo, es empujado por una multitud. El hombre avanza hacia un edificio, donde hasta hace pocas semanas se impartían clases, que ahora sirve de trincheras a los estudiantes.

El hombre entra herido, pero camina sin detenerse, detrás de él viene otro, y pocos metros más atrás, hay un tercero. Todos vivos, resisten hasta el último minuto. Los tres son impulsados, en medio de gritos, por la fuerza del “pueblo”. Una procesión de cuerpos sin alma que se acompaña con el estallido de morteros.

¡Él es policía!”, gritan voces a mi alrededor.

“¡JS!”, balbucea repetidas veces uno de los cuerpos, mientras avanza a la fuerza en medio de reproches.

Algunos en la multitud responden:

”¡Mátenlo, a ese hijueputa!”.

Otros gritan:

“¡Es de la Juventud Sandinista!”.

También hay personas más sensatos:

”¡Busquen un médico!”, dicen.

Todo en ese momento es caótico, pero parece que el resto de personas apenas se inmuta. Es difícil de creer que hace menos de 15 minutos estábamos velando el cuerpo de Jimmy Parajón. Un hombre de 35 años que murió, ahí mismo donde me encuentro, la madrugada del viernes 11 de mayo, de un disparo en el pecho le quitaron la vida.

El cuerpo de Jimmy estaba en un gimnasio bajo techo que sirvió como sitio para el improvisado homenaje. El ataúd en medio del salón estaba cubierto por la bandera de Nicaragua, encima habían colocado una candela y una de las tenis que usó Jimmy la noche de su muerte. Las personas presentes en la UPOLI cantaban el himno nacional y gritaban consignas:

”El pueblo unido jamás será vencido”, resonaba con una fuerza ensordecedora.

Uno de los asistentes leía un poema:

”Al ver a sus hijos dándolo todo/ mientras el dictador en el Carmen está”, decían algunas estrofas de los versos.

Todo el dolor fue interrumpido en un momento de histeria colectiva, como los que viven en toda Nicaragua recientemente. Fue suficiente que alguien gritara: “están atacando”, para que el caos se apodera del lugar. Mujeres corriendo con niños en brazos hacia dentro de la Universidad. Jóvenes que toman su posición para resistir al ataque. Al final, solo fue una falsa alarma.

***

El cuerpo de Jimmy estaba ahí esa tarde de sábado por un motivo específico:

“Queremos hacer conciencia a la población para que rompa ese miedo. También es un apoyo moral para los Universitarios que le abrieron las puertas de la UPOLI a mi hermano”.

Me lo dice Yader, mientras me cuenta más sobre su hermano mayor. Jimmy era un hombre de 35 años: alegre, bromista, solidario, mecánico de motocicletas y padre de cinco menores, dos de los cuales viven en Costa Rica.

“Así lo hubiera querido él”, me dijo Yader, reafirmando la voluntad de su hermano de estar esa tarde ahí en el lugar donde “perdió la vida”.

Yader es estudiante de la Politécnica de Managua, y desde que las protestas en Nicaragua iniciaron, el pasado 18 de abril, se unió a los manifestantes. Primero, haciendo bloqueos en la carretera de su barrio capitalino, María Auxiliadora. Posteriormente, se trasladó a la UPOLI, y desde ahí, siempre en compañía de su hermano, se unieron a la lucha de los estudiantes universitarios.

“Él se integró en apoyo a mí como universitario, en apoyo a los estudiantes y en contra de las injusticias que se están cometiendo en Nicaragua”, explica Yader.

Así fue como en los últimos días Jimmy continuó frecuentando la Universidad de su hermano. Llevaba en su vehículo a Yader o simplemente iba a entregar suministros a los estudiantes.

La noche del 11 de mayo, Yader se quedó en la casa porque su papá, Miguel, le pidió que le hiciera compañía —hace seis meses falleció la mamá de Jimmy y Yader—.

Esa noche la UPOLI fue atacada. El ataque siguió el mismo patrón de los anteriores. Los vehículos a alta velocidad disparan una ráfaga de balas en contra de los puntos de ingreso, en donde los estudiantes levantaron sus barricadas. Ahí estaba Jimmy cerca de la entrada. Él se encontraba bajando botellas de agua que llevaba para los manifestantes. Una bala le dio en el pecho.

“A mí hermano lo mataron con un disparo en la tetilla izquierda, que le hizo un daño cardiaco y laceró su pulmón. Lo cual provocó una hemorragia interna”, afirma Yader.

Sin embargo, esa noche no solo murió Jimmy Parajón. Esa noche también murió Kevin Valle de 18 años, estudiante de la UPOLI que protegía uno de los puntos de ingreso al recinto.

***

En la UPOLI cada momento que pasa es de alta tensión, ahí nadie baja la guardia. La paranoia convive con la solidaridad y valentía. En esa Universidad, han muerto nueve personas desde el inicio de las protestas. La mayoría de muertes cumplen un patrón: fueron impactados por una bala que provino desde el exterior de la Universidad. Rodrigo Espinoza es el coordinador del Movimiento 19 de Abril que mantiene tomada la UPOLI y desde hace semanas conviven en medio de una anarquía bien organizada.

Las mujeres sirven el almuerzo: arroz blanco, papas con pollo y una tortilla; ese era el menú de ese día. Los estudiantes se forman en filas para recibirlo y las mujeres a cargo de esta tarea advierten:

“Muchachos, los platos los echan a la basura, no la echen basura en el piso, por favor”, repiten conforme sirven la comida.

La organización es importante dentro de la UPOLI, no cualquier persona puede estar ahí. Hay un recelo a que, como ya sucedió, ingresen personas infiltradas para provocar el caos a lo interno. Una noche un grupo intentó sacar a los estudiantes, tiraron gases y dispararon; esa noche, por suerte, sólo hubo heridos.

“Hemos pasado unas semanas arduas de enfrentamientos con los policías”, alega Rodrigo.

En ningún momento, Rodrigo deja de mover su cabeza para constatar que todo vaya bien dentro de las instalaciones de la Universidad. Rodrigo es el vocero de este movimiento que decidió cerrar las instalaciones con el fin de protegerlas y además protegerse ellos mismos.

“Tomamos la Universidad en señal de protesta. El detonante fue cuando ellos violaron la autonomía universitaria. Esas turbas de la Juventud Sandinista entraron a la Universidad Centroamericana y la destruyeron y luego destruyeron la Universidad Nacional de Ingeniería, la quemaron. Nosotros estamos cuidando el recinto para que no le hagan daño”

Espinoza tiene 21 años y es estudiante de Ingeniería Agrícola, además estudia piano. Está consciente de que esto no es lo que quisiera vivir en estos momentos, dice que le gustaría continuar con sus estudios. Pero, a la vez Rodrigo plantea que la lucha es justa.

“Todos los que estamos acá tenemos temor de lo que vaya a pasar fuera de la Universidad. Tememos por nuestras vidas. Nos revisan. Nos golpean y maltratan sí salimos”, agrega.

En la UPOLI no hay paz y no la habrá hasta que la represión en contra de los estudiantes cese. Pero más que eso, hasta que los estudiantes y población que se resguarda en las instalaciones pueda salir y caminar con cierta tranquilidad por las calles de Nicaragua.

*Lea la primera parte de los reportajes especiales de #Interferencia sobre la situación en Nicaragua: “La insurrección inconclusa o de la herida abierta en Nicaragua“

**David Chavarría es periodista del programa Interferencia, que se transmite en las Radioemisoras de la Universidad de Costa Rica, y estuvo en Nicaragua entre el 6 y el 13 de mayo.


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